Desahucios invisibles
Desahucio invisible: este término suele referirse a aquellas situaciones en las que, antes de que se ejecute la sentencia judicial, la familia abandona el piso por vergüenza, sensación de derrota o falta de fuerzas. No es fácil enfrentarse a furgones policiales, ni inocuo para el ánimo. Estos no salen en ninguna estadística, y de acuerdo a los movimientos sociales por el derecho a vivienda, se cuentan por miles.
Además de los desahucios visibles, aquellos en los que ni la familia, ni los amigos, ni las ongs han podido hacer más y llega el momento en que la policía y la orden judicial obligan al abandono de un hogar, existen los llamados desahucios invisibles: se abandona la casa por no poder asumir el aumento de precio, la carencia de renovación del contrato o las presiones de las inmobiliarias. En Barcelona se calcula que son el 38 % de las mudanzas.
Desde 2014 la tendencia en el precio de los alquileres es alcista, incluso "por encima de los niveles que había antes de la crisis inmobiliaria y financiera de 2007/2008".
Con estos precios no solo se resiente la emancipación juvenil, incapaz de vivir autónomamente. También es un problema para los que ya son inquilinos y al finalizar el contrato de alquiler se les impone una subida que no pueden asumir: "Volvemos a salir al mercado y nos encontramos con unos precios absolutamente inflados".
Hay una nueva modalidad de desahucios, los desahucios invisibles, diferentes de los desahucios por impago: "Esta expulsión también incumple el derecho de acceso a la vivienda, es un desahucio callado". Consiste en presentar al inquilino una nueva renta que no puede asumir.